Mi afición a la lectura inició en casa. Mi papá, era un ávido lector, sobre todo de libros de historia y de política.
A mediados de la década de los noventas trabajé atendiendo la sucursal de una librería muy conocida en Chihuahua capital, “La Prensa”.
En esa época leí grandes libros, la gran mayoría de títulos del extinto Michael Crichton, los publicados hasta ese momento de Stephen King entre muchos más. Un libro grande, lo leía en menos de una semana, uno pequeño, en un solo día.
La llegada de Kindle y los libros electrónicos
Pasaron los años y mi hábito de lectura creció. En 2009, se me ocurrió comprar un Kindle. Descargaba muchos libros y leía un montón en ese medio y dejé de lado la lectura de libros impresos. Era más fácil cargar en la mochila un dispositivo que pesa muy poco, pero podía contener muchos libros electrónicos.
Siempre se me ha hecho un sacrilegio rayar, subrayar o hacer anotaciones en un libro, así que hacía anotaciones en cuadernos, haciendo referencia al libro, página y párrafo. Este tipo de anotaciones, ya no las usé con el Kindle, ya que te permite “resaltar” lo que quieras y puedes hacer búsquedas de una forma sencilla en el mismo.
En esa época, cuando pasé de leer libros en papel a leerlos en electrónico, aumenté la cantidad de libros que leía de un promedio de 20 al año a 30 al año. Pero lo mejor, fue que me ahorré mucho tiempo y dinero, ya que, podía comprar en línea un libro y no tener que esperar los días o meses para encontrarlo en físico.
La era del podcast y los audiolibros
Todo esto duró solo un par de años, ya que compré un iPod Nano, de esos a los que le podías poner una correa de reloj y usarlo en la muñeca. Gracias a que también consumo mucho podcast, escuchaba las recomendaciones de Audiolibros de Leo Laporte y sus invitados al podcast. A partir de ahí nació mi interés por la que hasta hoy considero, la mejor forma de consumir libros: los Audiolibros.
La ventaja de escuchar audiolibros es, que los puedes escuchar a toda hora y en todo lugar. Haciendo las tareas del hogar, regando el jardín, haciendo ejercicio, en los traslados de la casa al trabajo, en un viaje, etc.
Un libro de unas 600 páginas, se convierte en un audiolibro de aproximadamente 10 horas de duración, lo que, para mi punto de vista, puede ser muy entretenido si la persona que narra el libro demuestra a través de su voz lo que el autor reflejó en papel.
El primer audiolibro que escuché fue Operation Mincemeat de Ben Macintyre, narrado por John Lee. Es un libro que explica cómo los Aliados desviaron la atención de los Nazis a la zona del canal y les permitió invadir Normandía.
Ahora, ya tengo dos formas de seleccionar un audiolibro, ya sea por medio del autor o por medio del narrador. Mis narradores favoritos son: George Guidall y Ray Porter.
En los últimos años, he aumentado la cantidad de audiolibros que escucho. Empecé con 30 audiolibros por año y para este año me puse la meta de escuchar al menos 52, es decir, 1 por semana.
¿Qué es mejor: Impreso, Físico o Audiolibro?
“Tu eres más visual o más auditivo” es lo que me han dicho. O el famoso: “A mí me gusta más leer un libro físico. El olor del papel de un buen libro, no se compara con nada”. A mí, me funciona escuchar los audiolibros, porque los puedo escuchar sin tenerme que sentar o acostar en silencio y desconectarme de mi alrededor. Sobre todo, porque no le quito tiempo a mi familia.
Lo importante no es elegir un solo medio de consumo de la lectura, lo importante es fomentar la lectura, crear conciencia, culturizarnos y aprender de nuestra historia.
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